lunes, 16 de enero de 2012

Soul Sister

Vale la pena dedicar bellas palabras a las hermanas o hermanos que existen en nuestra vida. Ser hermana mayor es empezar a practicar cómo ser madre, o por lo menos eso fué lo que a mi me pasó. El nacimiento de alguien que se asemejaba a mi, que tenía mi misma sangre, compartía mi techo, mi mesa, mis espacios y mi vida,  me llenó de ternura y me invitó a transitar ese instinto de madre que apliqué mucho tiempo después.
A modo de juego cambié pañales, di la mamadera, canté canciones de cuna y sentí que mis días tenían un sentido diferente. En el tren de mi vida ya no estaría mas sola y lo más importante, alguien necesitaría de mi.
Descubrí que me gustaba ser necesitada.
Pasaron los años y yo creciendo con ella, siempre atenta, vigilando. Nunca la perdí de vista.Y comencé a recibir el amor que yo había dado.
Debo confesar que mi hermana menor siempre fue muy bella, su piel, sus ojos claros, su pelo y su sonrisa. Toda esa belleza física y su desfachatez hacían un combo explosivo.
También debo decir que la he defendido a muerte, he enfrentado a nuestra madre y he mentido para salvarle el pellejo. El amor hace esas cosas.
Hoy mi hermana es un par mio. Somos amigas, compañeras de emociones, como digo siempre. Me dio uno de mis grandes amores, mi sobrina mujer.
Hoy me sostiene cuando lo necesito y hasta me da consejos.
Estoy muy orgullosa de ella y de formar parte de su crecimiento.
Si estoy lejos la dejo a cargo de mis hijos, a cargo de mi casa y podría dejarla a cargo de mi vida si yo no estuviese.
He aprendido de ella a vivir al límite, a reír sin culpa y a no tener miedo.
Mañana 17 de Enero es su cumpleaños. Le dedico estas palabras con el amor que sólo se le tiene a una hermana, un amor diferente a todos.

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